jueves, 8 de octubre de 2009


El Culto a Gilda: Santos populares

Está visto y comprobado que ser Popular y morir joven, es un posible pasaporte a futuro Mito. Pero ser Popular, morir joven y además ser lindo y carismático, ya otorga un diploma de Mito inmortal seguro.Si además, quien se convertirá en Mito inmortal seguro, murió bajo circunstancias trágicas o que la gente considera injustas o dudosa, nace un ícono eterno, venerado, inolvidable y atesorado en la magia de la leyenda y el misterio.



Santos oficiales y santos populares

Para la Iglesia Católica una persona es santa cuando ha alcanzado la gloria y así lo determina una sentencia solemne del Romano Pontífice. Se trata de un largo y minucioso procedimiento exclusivamente reservado a la Santa Sede y que se conoce como canonización. El elemento fundamental para que la Iglesia proceda son los milagros y la Congregación para la Causa de los Santos integrada por Cardenales, Arzobispos, Obispos y numerosos especialistas son los que designarán venerables, beatos y finalmente santos.
En el Vaticano, la Congregación para la Causa de los Santos, integrada por veintitrés miembros de la alta jerarquía eclesiástica, más un promotor de la fe, seis relatores y setenta y un consultores (médicos de distintas especialidades, historiadores y canónicos) deberán estudiar científica y jurídicamente las pruebas sobrenaturales. Si los dos tercios de la Congregación lo avalan (el Papa da la última y definitiva palabra), el candidato se convierte en
venerable. De comprobarse un milagro, en beato. Y si se demuestran dos milagros, el candidato es declarado santo. Un santo es un modelo que Dios les ofrece a los hombres.
Pero, por otra parte, existen las canonizaciones populares que Susana Chertudi y Sara Newbery en su libro "
La Difunta Correa" (1978) las definen como aquellas que tienen por objeto de culto personas que han sido santificadas por el pueblo, es decir, que en el proceso de canonización no ha intervenido la Iglesia Católica como institución. Félix Coluccio, por su parte, considera que "la religiosidad popular, no siempre respetuosa de la ortodoxia romana, suele canonizar de hecho a personas reales e incluso imaginarias, a las que la tradición oral adjudica la realización de verdaderos milagros. La Iglesia, desde luego, reprobó siempre estos hechos". Pero el problema es complejo, "lo que frecuentemente se designa como superstición es una auténtica manifestación religiosa" (Coluccio 1995).
Para un creyente no existe diferencia entre los santos oficiales de la Iglesia Católica y los canonizados por él mismo. Todas son personas que hacen milagros, que interceden por él, que están cerca de Dios, que reciben ofrendas y a quienes se les hace promesas que hay que cumplir. La devoción se manifiesta de la misma manera: se reza, se toca y se besan las imágenes milagrosas; se realizan peregrinaciones hasta el lugar donde están enterrados los restos, se encienden velas, se llevan flores, se dejan exvotos y se cumplen promesas tales como subir de rodillas las escaleras del lugar sagrado.
La diferencia entre el culto que se rinde a los santos oficiales y a los populares reside que el primero se manifiesta a través de reuniones tanto de tipo espiritual como social como ocurre en la fiesta de San Roque en la ciudad de San José (Catamarca) o para el 8 de diciembre, día de la Virgen, en Fuerte Quemado (Catamarca). La gente abandona su rutina diaria, asiste a Misa, participa de procesiones organizadas y luego acude a la feria donde puede adquirir comidas y bebidas regionales, artesanías, y cantar y bailar hasta el amanecer.
Por su parte, la veneración tributada a los santos populares es más individual que social. Es un culto de promesas, de visitas solitarias al santuario o cementerio donde se encuentra enterrado. En general no presentan demostraciones colectivas organizadas aunque existen días de mayor concurrencia como la fecha de nacimiento o muerte del santo y el Día de Difuntos, y se observa una mayor necesidad de dejar testimonio escrito de los favores recibidos a través de placas de agradecimiento.
Otra diferencia importante es que los Santos oficiales son gente que vivió distante en tiempo y espacio, con costumbres y creencias completamente distintas a quienes ahora los veneran y que rara vez conocen quiénes fueron realmente. En cambio, las personas canonizadas por el pueblo vivieron dentro de su marco geográfico, descienden de alguna familia del lugar, tuvieron sus mismos problemas, necesidades y angustias; eran como el hombre común pero diferenciándose por una aureola de santidad adquirida por el sufrimiento de una muerte violenta, por una vida sacrificada o por ser una víctima inocente.
Un aspecto importante para resaltar es que, para el creyente, no hay contradicción entre creer en un santo popular y continuar siendo un cristiano practicante. Se puede asistir a Misa, bautizar a sus hijos, confesarse, comulgar y honran a sus santos no oficiales junto a las imágenes de Cristo, la Virgen y los santos de la Iglesia.
Existen dos rasgos comunes en esta clase de santos populares. El primero es que la muerte los sorprende en plena juventud, y el segundo son sus circunstancias extraordinarias: asesinatos, accidentes o después de un sufrimiento intenso. Las muertes trágicas se consideran signadas con un sello divino. El sufrimiento es un elemento purificador que borra todos los pecados como a los mártires. La idea de la elevación luego de un profundo padecimiento, no buscado sino sobrevenido y llegado de afuera, lleva implícita la idea de purgatorio. El alma así purificada se eleva a la santidad.
Otra categoría de santo popular es la integrada por sanadores, líderes iluminados y carismáticos a quienes se le adjudicaron poderes extraordinarios en vida y que se considera que dichos poderes continúan aún después de la muerte física. Los más conocidos son
Pancho Sierra, la Madre María y el Padre Mario. En este caso a Gilda, antes de su muerte, ya la consideraban portadora de un poder o carisma especial, el cual ella negaba por su gran humildad. Entre los relatos de los entrevistados en el libro “Símbolos y fetiches religiosos” de Pablo Francisco Di Leo, se encuentra el relato de Carlos Maza (persona que construyó el santuario y seguidor de Gilda), quien nos cuenta una anécdota de la cantante… “Gilda en vida estaba sabiendo lo que iba a suceder. Yo tengo casete donde a ella le hacen reportajes y todo lo que ella hablaba hoy está sucediendo. Todas las letras que hizo, si uno presta atención a las canciones que hizo ella, se está refiriendo a lo que está pasando. Por eso digo, no es que esto haya pasado ahora… En Perú, hubo un vidente donde a ella le dijo que tenía un don que lo tenía que aprovechar en vida. Ella se mataba de la risa, no lo creía. Así que empezaron a pasar cosas, con sólo la mirada de ella, con sólo la tocada de alguien a ella. No sé si se enteraron del caso de la nena que lloraba para que le toque la cabeza… Bueno ante esto hay chistes y cargadas de los compañeros. Cuando la nena lloraba para que le toque la cabeza, los chicos le decían: “Flaca, canta mejor porque los chicos están llorando”. Y era la nena que tenía la madre enferma. Y ella misma la había sanado con sus canciones. Por eso te digo: todo en vida”. (Carlos Maza, abril de 1999). Después de la muerte de Gilda, estos poderes que le adjudicaron en vida se acentuaron, la gran difusión en todos los espacios de comunicación originó un mayor conocimiento y nuevos seguidores que la veneraron como “santa”. Cierro con este tema dejando un corchete abierto para analizar la próxima… Muchas veces la muerte de personas populares la utilizan para materializar la fe, la comercialización fue la única que ganó luego de su muerte. Están quienes aman a Gilda que la siguieron tanto en vida como después de su trágico accidente, los curiosos o visitantes, que de vez en cuando escuchan un CD, o van al santuario con la intención de conocerlo, fotografiarse o llevarse algún recuerdo de su visita y en tercer lugar están las empresas y medios de comunicación que utilizan su muerte como forma de comercio (ventas de miles de CD, varios programas de televisión, remeras con su imagen, pósters, etc.)

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